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326 pages, Hardcover
First published January 1, 2006
“� me alegro de haber nacido niño, porque es mucho menos habitual que sean violados los niños que las niñas, salvo si son católicos, cosa que no somos�“Marcas de nacimiento� es una fabulosa novela en la forma y en el fondo, a pesar del hándicap que siempre supone para mí que el narrador sea un niño, y en este caso son nada más y nada menos que cuatro, todos de 6 años, bisnieto, nieto, hija y madre, por este orden y en cuatro momentos distintos, 2004, 1982, 1962 y 1944, desde California hasta Múnich, pasando por Nueva York, Haifa y Toronto. También he de decir que Huston no intenta en ningún momento reproducir la voz de unos niños de tan corta edad. En los cuatro casos se trata de una voz adulta con la que intenta, y consigue, hacernos entender el sentimiento, la curiosidad, el miedo, la crueldad, el desconcierto de unos niños para vislumbrar el comportamiento adulto para el que siempre faltan datos y muchas veces sentido, refutando, de paso, esos lugares comunes sobre la felicidad, la inocencia y la bondad que muchos atribuyen a la niñez.
“Es más fácil enseñar a la gente a ser estúpida que a ser inteligente�No quisiera contar mucho sobre la historia y el misterio que encierra, solo diré que las cuatro generaciones tienen un nexo especial, todas tienen una marca de nacimiento situada en distintas partes de sus cuerpos y que, según para quién, es tanto un amuleto donde refugiarse como un estigma que señala y afrenta.
“Vestirme siempre me hace notar mi maldad, sobre todo en invierno porque hay muchas capas de ropa que ponerse, y la maldad queda enterrada en lo más profundo, pero hay un signo externo que es una fea marca de nacimiento parda del tamaño de una moneda de cinco centavos en la nalga izquierda; prácticamente nadie sabe que la tengo pero nunca logro olvidarla, es como una mancha, y puesto que la tengo a la izquierda no me está permitido tumbarme sobre el lado izquierdo en la cama ni sostener un vaso con la mano izquierda o pisar una grieta en la acera con el pie izquierdo, y si lo hago accidentalmente tengo que susurrar «Perdón» cinco veces seguidas a toda prisa o a saber qué puede pasar. Mami tiene una marca de nacimiento en la cara interna del brazo izquierdo y no le avergüenza porque no es un sitio bochornoso donde tenerla, pero para mí tenerla en la nalga es prueba de mi suciedad�Se resalta así la influencia que puede llegar a tener el pasado de nuestros ascendientes sobre nuestras vidas presentes, mientras que, al mismo tiempo, se subraya el hecho de que ese pasado en las colectividades es muchas veces rápidamente olvidado o carente de relevancia, de tal modo que aquellos que fueron víctimas se convierten en verdugos con una escalofriante facilidad, aplicando a sus víctimas una brutalidad similar a la que ellos mismos fueron sometidos. Ese es el caso del comportamiento que tuvieron en los tramos finales de la SGM los países aliados (recuerden Dresde o Hiroshima y Nagasaki) o, en la actualidad, el caso de los judíos israelitas con el pueblo palestino.
“A veces sencillamente entraban en ciudades árabes y asesinaban a todo el mundo, como en Deir Yassine. Mi padre tenía ocho años en abril de mil novecientos cuarenta y ocho, cuando empezaron a pasearse por Haifa coches judíos con altavoces que gritaban: «¡Deir Yassine! ¡Deir Yassine!», y de fondo una grabación de la gente de Deir Yassine gritando y llorando al ser asesinados. Eso hizo que los palestinos de Haifa fueran presa del pánico y huyeran para salvar la vida. Se marcharon a millares de la ciudad, y los judíos se apoderaron de ella�
“Dios me dio este cuerpo y esta mente y tengo que cuidar lo mejor posible de ellos para darles el mejor uso posible. Sé que Él tiene grandes planes para mí, o de otra manera no habría nacido en el estado más rico del país más rico del mundo, con el sistema de armamento más poderoso, capaz de desatar el juicio final para toda la especie humana de un pepinazo. Por suerte, Dios y el presidente Bush son colegas�