Mariquilla is currently reading El baile

"Saroyan se ha metido de lleno en mi vida, una erupción de sentimientos ambiguos, una mescolanza entre consternación y alegría que se ha tornado difícil de expresar.

''El mundo está lleno de criaturas asustadas. Y como están asustadas, se asustan entre ellas. Intenta entender —continuó�. Intenta amar a todo el mundo que te encuentres. Yo estaré esperándote en este salón todas las noches. Pero no hace falta que entres y hables conmigo a menos que necesites hacerlo. Yo lo entenderé. Sé que habrá veces en que el corazón será incapaz de darle a tu lengua una sola palabra que pronunciar.''

''Después de eso dejé de llorar. Yo pensaba que los hombres dejaban de llorar cuando se hacían mayores, pero parece que es entonces cuando uno empieza, porque es entonces cuando uno empieza a darse cuenta de todo.''"

"En 2023 una de mis grandes sorpresas literarias fue lo mucho que me gustó una novela que, a priori, lo tenía todo para no terminar de convencerme. Sin embargo, “Fortuna� fue una lectura que se coló entre mis favoritas del año y que no entro por muy poco en el Top cinco anual, ya que justo se quedó en sexta posición en el ranking de mejores lecturas que hago a finales de diciembre cada año. Así que, como no, tenía muy pendiente leer la primera obra que su autor, Hernán Díaz, ya había publicado antes. Si con “Fortuna� Díaz había logrado hacerse con el prestigioso Pulitzer a mejor novela de ficción, con “A lo Lejos� sabía lo que era estar cerca del premio, pues también había sido nominado al mismo. Así qué las expectativas estaban muy altas, sobre todo porque me parecía que partía de una propuesta que podía dar mucho juego.

Y una vez más, se confirma aquello de que es mejor lanzarte a un libro sin hacerte ideas previas de ningún tipo, dejando que te sorprenda, te encante o te disguste por si mismo según vas leyendo.

En las frías aguas de Alaska, un barco ha quedado aprisionado por el hielo. Mientras tripulación y pasajeros esperan a que la situación se solucione, uno de ellos contará su historia. Se trata de El Halcón, un hombre alto y avejentado de pocas palabras en torno, al cual hay multitud de mitos y leyendas. La realidad, como siempre, es más prosaica. El Halcón es Håkan Söderström, quien siendo apenas una adolescente se separó de su hermano mayor cuando ambos se dirigían a Nueva York desde su Suecia natal. A partir de entonces, Håkan deberá sobrevivir por sus propios medios en un América brutal y árida, donde conocerá a muchos personajes particulares y también lo que es el miedo, la soledad, el dolor y la insignificancia.

Lo he dicho ya antes, creo que el libro tenía todas las papeletas para resultar una lectura novedosa y potente ¿una novela western más centrada en lo intimista y retrospectivo en vez de en ser un simple catálogo de búsquedas de oro y tesoros, duelos con pistolas, peleas sangrientas contra los indios y una oda hacia los primeros colonos americanos, qué es en lo que uno piensa cuando se le pasa por la cabeza este género? La idea prometía, y mucho. Sobre todo por lo que ya os he comentado antes de la excelente impresión que me quedó de la anterior lectura que había hecho de este autor. Estaba convencida de que con él nada iba a salir mal.

Y tengo que decir que realmente la cuestión aquí que eso que ha salido bien de esta lectura. Que como os voy a decir más adelante ha sido una única cosa, pero que tengo que reconocerle al autor que ahí lo ha hecho a lo grande.

Díaz podría haber hecho una historia de lo más cañera y potente. Los elementos estaban ahí, la idea era buenísima. Y en su lugar, lo que nos traen es una historia muy aburrida, en la que apenas pasa nada. Y es que mi principal problema con “A lo Lejos� es que, sinceramente, me ha parecido una novela que no tiene ninguna finalidad. Todo me ha parecido un viaje circular que no me ha aportado nada como lectora, por la sencilla razón de que tampoco siento que se lo haya aportado al personaje principal, Håkan. Se supone que vemos como este niño se hace hombre a base de penurias, sufrimientos y sangre, ya que el libro es una absoluta odisea del dolor, la maldad humana y sufrimiento. Y aún así, cuando lo cierras, te queda la sensación de que el protagonista ha pasado por mucho, si, pero nada realmente le ha afectado. O te ha hecho mella a ti mientras leías. Al finiquitar el libro te quedas con la idea de que has conocido a Håkan siendo un niño callado y cerrado, incapaz de comunicarse con los demás por su desconocimiento del inglés, para convertirse en un hombre que no puede relacionarse con sus semejantes por sus propios miedos, angustias y fobias. Y eso que estamos hablando del personaje principal, y por lo tanto el que mejor retratado está. El resto de personajes, aunque tienen personalidades bastante marcadas y varios de ellos son determinantes para Håkan, se sienten como trazos de tinta que se disuelven en el agua. Tienen su momento brillante, pero una vez que este pasa son perfectamente olvidables.

Si Díaz quería hacer de esta novela una metáfora sobre lo circular, plana y vacía que puede llegar a ser la existencia humana y sobre lo que es la soledad y la incomunicación, no niego que lo haya conseguido. Pero de una forma que por lo menos a mí me haya impactado o llegado, sino de una que en algunos momentos sí que me ha entretenido y gustado, pero que la mayor parte del tiempo se me ha quedado en un ejercicio literario bastante insipido.

El segundo gran problema con este libro ha sido que lo que más valore y disfrute de “Fortuna� fue la manera en que el autor jugaba con la figura del narrador, como conseguía que una historia se contase desde diferentes ángulos y perspectivas por diferentes medios narrativos, de forma que toda la obra era un puzzle cuyas piezas lentamente el lector iba colocando hasta prácticamente la última hoja. En “A lo Lejos�, opta por un narrador convencional en tercera persona y omnisciente. Y no tengo nada que objetar a eso. Yo soy de las que, sinceramente, le da bastante igual como se narre una novela siempre que esto reme a favor de la historia y de los personajes y, por supuesto, se maneje bien. Pero en esta novela, nos encontramos con un narrador que resulta tan aséptico que no se puede hacer nada con él. Hace que sea bastante dificil que mientras uno lee (o por lo menos ese ha sido mi caso) se conecte con la trama y con los sentimientos del personaje, con lo que este sufre (que hay que reconocerle que no es poco). Y eso es algo absolutamente delictivo cuando estamos ante una trama absolutamente desnuda en cuanto a situaciones y hechos puros y duros, que se cimienta más en lo introspectivo y en lo descriptivo. Sinceramente, si no hubiera sido una lectura conjunta creo que después de haber pasado su primer cuarto la hubiera abandonado. Porque en muy pocos momentos he sentido un auténtico interés real por lo que me esperaba entre estas páginas. Me he pasado la mayor parte de la lectura esperando que pasase algo que realmente me removiera, algún giro de guión que cambiaran las tornas. Pero no. Todo se ha reducido al periplo vital y geográfico de Håkan por los futuros Estados Unidos América cuando aún no era una nación sino un lugar donde imperaba la ley del más fuerte. Y como de la manera más tonta y sin sentido su mito va creciendo hasta sobrepasar al personaje totalmente.

Y sin embargo, es curioso. Irónico. Que lo poco que me parece salvable de “A lo Lejos� resida precisamente en esto.

Porque si algo tengo que reconocerle a Hernán Díaz es que tiene párrafos que nos hablan de la soledad y la miseria más absoluta. De un hombre sin rumbo fijo, destrozado por las circunstancias, aterrado por los remordimientos y por las pérdidas, incapaz de hacerse cargo de una existencia que llega a pesarle como un yunque, al que tan solo le queda huir y esconderse. Todos nosotros en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido sobrepasados por el mundo a nuestro alrededor, por las personas y por las circunstancias, y hemos sentido auténtico pavor ante ciertas situaciones. Pero con sus palabras Díaz nos lleva a un lugar oscuro que solo aquellos que han estado en él pueden entenderlo. A lo que es sentirse pequeño, vulnerable y frágil más allá de cualquier explicación, a lo que supone que cada paso que des este sazonado por el miedo y la desconfianza hacia los demás, a que seas incapaz de confiar en ti mismo lo más mínimo. Que tan solo tengas claro que las personas son crueles y te van a atacar en cualquier momento por el simple hecho de que pueden hacerlo. A lo que es la más completa y absoluta soledad, a la manera en que te arrastra como un pozo negro de aguas oscuras que no paran de tirarte hacia el fondo. Y todo eso está subrayado de una manera de lo más sabia por las descripciones del autor de las gigantescas planicies americanas, como logran transportar al lector a esa sensación de pequeñez y de ser apenas un punto miserable en medio de un pasaje que parece que no tiene fin, que va cambiando poco a poco y que esconde no pocos peligros y sorpresas. Bello en medio de su brutalidad e impiedad. Y es que “A lo Lejos� no deja de ser, entre otras cosas, una metáfora sobre el hombre contra la naturaleza, y como está es a veces, enemiga y a veces aliada; pero con ella nunca hay que dar nada por hecho. Y así, Díaz nos retrata lo que es una lucha y una relación que son tan eternas como la vida misma, que existen desde, como bien señala un personaje de la obra, la vida no era más que una criatura pequeña y uniforme que habitaba en el agua, totalmente alejada de lo que se convertiría a lo largo del proceso de evolución humana y animal.

Y es en esos párrafos más introspectivos y llenos de una crudeza lírica que a mi, por lo menos, me ha llegado profundamente, cuando creo que “A lo Lejos� despega y se alza por encima del resto de su conjunto. Cuando a mí, por lo menos, Díaz logra emocionarme y conmoverme. Quizás porque en esos momentos me he sentido tan profundamente identificada como solo los buenos libros y escritores consiguen que uno se sienta.

Qué pena que todo eso se parezca más que nada a esas pepitas de oro que, en un momento determinado de la novela, encuentra otro de los personajes que Håkan conoce en su periplo americano. Un pequeños oasis en medio de un desierto de lectura. Os confieso que solo por la forma en que me ha gustado esas descripciones del miedo y la soledad y como Díaz logra transportarte a eso, que me he replanteado dar a “A lo Lejos� por lo menos el aprobado raspado. Sin embargo, todo lo que no me gusta de esta novela pesa demasiado como para pasar por alto esto otro. No niego la calidad literaria de Hernán Díaz, porque el libro está muy bien escrito y tiene cosas, como ya he dicho antes, muy bien ejecutadas. Sencillamente, para mí no ha sido. Espero que más pronto que tarde este autor saque una tercera novela que me permita desempatar y me quite el mal sabor de boca que me ha dejado esta."

"No se puede pensar en la creación de esta obra sin haber transitado por su oscuridad.

Los diálogos, monólogos y personajes que se desarrollan en el Tunel, no pueden ser concebidos sin haber sentido la crueldad, la maldad que descose, los pensamientos retorcidos y la mente llevada hasta el fondo del pozo de los celos, no, no se puede pensar en la creación de esta obra, sin ser el protagonista de una de sus partes. Un autor brillante, perturbado, casi que monstruoso.

''Sentí que una caverna negra se iba agrandando dentro de mi cuerpo''

Un Juan Pablo Castel disociado, ensimismado en que el amor de una mujer debe ser perfecto. Fuera de sí mismo, completamente obstinado en que el amor que ha de recibir, debe ser el de una mujer que carezca de todo lo que carecen las demás. Cuando el ideal no contiene su propósito, comete la catástrofe que ha de sacudir con su existencia� Imposible no recordar la obra esta mujer, de innata genialidad, llamada Amelie Nothomb. Su carácter creador y autodestructivo es de tinte Sabatiano."