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A través de una decena de ensayos, Chuck Klosterman da vueltas a varias características que convierten en villanos a personajes públicos y de ficción. Es particularmente incisivo a la hora de explorar las contradicciones detrás de la atracción y repulsión que nos producen, y al aportar nuevas ópticas a figuras trilladas, caso de la conexión entre los vigilantes reales, personificados a través de Bernhard Goetz, y los ficticios (El justiciero de la noche / Batman); o por qué Bill Clinton fue quien mejor parado salió de su fallido proceso de destitución.

A la hora de exponer cada caso, se nota el dominio que Klosterman tiene tanto de la cultura popular yanqui como del discurso; ligeramente iconoclasta e irónico, ingenioso al introducir una nueva idea cuando el tema parecía agotado y dando pie a una alternativa que insufla aire fresco, sin entrar demasiado a fondo no vaya a ser que el lector casual le abandone. Algún ejemplo es demasiado local (ah, el fútbol americano) y se echa en falta algún texto que conecte las diferentes visiones y que quite la sensación de que cada pieza va un poco por su cuenta. Pero he disfrutado mucho, con el libro y las pequeñas pullas detrás de muchos de sus capítulos, caso del dedicado al éxito de Seinfeld o las últimas páginas cuando Klosterman se pone a sí mismo (y al propio lector por extensión) como villano en un giro inesperado e incisivo.

Muy recomendable para los exploradores de la cultura popular y sus vínculos con la actualidad del día a día.